La Santísima Iglesia

 Fui a la iglesia y Dios no estaba para oír mis penas, para escuchar aquella que me acongoja el alma, se que oye mis penas, mis dolores, y aflicciones.

Sé que observa mis tropiezos, mis errores y a veces las maldades que cometo por inércia.

Sabe que no cargo con maldad en el alma, ni venganza, ni orgullo. 


Sabe que he sufrido lo suficiente, y he logrado salir de ello con la enfrente en alto y el corazón partido. 


Sabe que he dudado tantas veces de él, y que lo he llamado el Dios cíclope ausente, que no ha logrado ayudarme, cuando más lo he necesitado, cuando más he rogado por él. 


Sé que también sabe que pese a eso, confío en su ausencia, y que de seguro a sabido guiarme, aunque ni lo haya visto, ni sentido, como muchos lo han comentado. 


Y entre más y más lágrimas, sé que me oyes, y oyes mis súplicas. 


No te veo por éstos pasillos, ni te siento, ni siento la paz que debería sentir por estar hoy aquí. 


Pero no te culpo, quizás no soy aquella indicada, ni la escogida por vos.

Ni he seguido aquellos protocolos que piden para estar frente a ti, pero pese a todo, no estás aquí. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una salida y un menú

Me habita tu ausencia

Un trébol y un adiós