La angustiante inminencia de lo incierto

Llegamos al estacionamiento que daba como entrada a un cementerio, me bajé del auto y se me caen mis cosas, así que soy la que más tarda en estar lista.  Veo a dos niños sentados en un rincón, una niña con una rosa blanca, vestido marrón desgastado, con el pelo despeinado y el semblante más triste que he visto nunca, a un niño vestido de traje negro, camisa blanca y con tres rosas blancas en las manos, que decide ofrecermelas y yo, por la cuál con pena decido negarme a comprársela, ya que no cargaba con dinero, me mira haciendo media sonrisa con muecas y los ojos brillando, mueve la cabeza en simulación de un no, y extiende la mano regalándome la rosa, al tomarla veo que se marchita lentamente, a él lo miro alejarse mientras su imagen se difumina en su caminar, hasta terminar en un pequeño nicho celeste. Me acerco a él, y veo un cuadro en el que decía; "Sos el ángel más bello, siempre te tendremos con nosotros, nuestro pequeño Cristhian"  El corazón me latió fuerte y dolía en

 Fui a la iglesia y Dios no estaba para oír mis penas, para escuchar aquella que me acongoja el alma, se que oye mis penas, mis dolores, y aflicciones. Sé que observa mis tropiezos, mis errores y a veces las maldades que cometo por inércia. Sabe que no cargo con maldad en el alma, ni venganza, ni orgullo.  Sabe que he sufrido lo suficiente, y he logrado salir de ello con la enfrente en alto y el corazón partido.  Sabe que he dudado tantas veces de él, y que lo he llamado el Dios cíclope ausente, que no ha logrado ayudarme, cuando más lo he necesitado, cuando más he rogado por él.  Sé que también sabe que pese a eso, confío en su ausencia, y que de seguro a sabido guiarme, aunque ni lo haya visto, ni sentido, como muchos lo han comentado.  Y entre más y más lágrimas, sé que me oyes, y oyes mis súplicas.  No te veo por éstos pasillos, ni te siento, ni siento la paz que debería sentir por estar hoy aquí.  Pero no te culpo, quizás no soy aquella indicada, ni la escogida por vos. Ni he segu