Ya no estás más

 Te escribo esto, esto que terminaré leyendo en voz alta porque sé que tú si puedes escucharme, si puedes verme, si puedes estar ahí aunque yo, ya no te pueda ver.

Lo sé, porque siempre que necesito un impulso para sobrellevar ciertas cosas, siempre que dejo de pensarte, y a por fin asimilar que ya no estarás acá, te haces notar.


Te extraño y te busco en todos los almuerzos familiares, esos en los que eran infaltable que vos prepares el asado, escuchando desde temprano tus canciones favoritas de los náufragos o los iracundos, haciendo esos gestos que más te caracterizaban.

Previendo que no falte nada, preparándote una bebida y haciéndoles probar a todos lo rico que te ha salido.

Diciendo que nadie almuerza hasta que todos estemos en la mesa.

Te busco, en esos días en los que tenías que empezar a contar a cada miembro de la familia para así deducir si estaba o no, ocupado el baño.

Te busco y extraño esos días en los que me llamabas para ir a almorzar con vos, porque decías que prepararías ese caldo que sólo a vos te sale bien.

Te extraño y te busco en esos días en los que para especificarme las direcciones, te armabas un pequeño croquis en la arena, señalando por dónde ir y dónde tomar ciertos colectivos.

Capaz hasta te termines riendo de mí, si te contara que me he perdido tantas veces por las calles de Asunción, que hasta me parecía oír tu risa cada vez que me sucedía.

Te extraño y te busco en esos días en los que hablar de política y religión con vos, eran los mejores.

Me he quedado sin tener con quién conversar porque tus opiniones siempre me parecían las correctas y que decirte, desde que te fuiste, todo sigue igual o peor, no te preocupes.

Busco tus llamadas en cada fecha de cumpleaños en los que me decías que sólo almorzaremos poroto, aún sabiendo que en la noche me tenías preparado una cena familiar.

Quisiera que sepas que hasta hoy día, me siento en el patio de tu casa e imagino que estás escuchando tu canción favorita o sentado en el borde de tu cama viendo las noticias diarias. 


Quisiera que sepas que me causa intriga y me da miedo ir a tu habitación, me dirás; ¿Por qué?

Porque sé que no importa las veces que vaya, ya no voy a encontrarte allí, ya no te veré, ya no me pedirás que me quede a acompañarte para ver quién ganó la Telebingo o quién hizo nuevamente una estupidez en la tv, o a quién más cuestionar sólo así, sin razón alguna.

Quisiera que sepas que te agradezco por cada palabra, por cada consejo, porque nos demostraste tanta sabiduría que habías adquirido con el pasar de los años, eso sin duda fue el mejor legado que nos pudiste haber dejado, que no importa qué ocurra uno siempre debe hacerle frente a la vida y a los problemas, porque decías que lo único que no tiene solución en esta vida es la muerte.

Y sí, tenías razón.

Gracias por transmitirnos tanto amor y jovialidad que sentías a la vida, a tu familia, a tus amigos. Jamás olvidaré los días de charlas en los que me comentabas cada momento de tu vida, cada anécdota simpática.


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