Igual que ayer

Esto ya no es igual que ayer. 

Ver el sol brillar detrás de esas cortinas con la que cubres tu soledad, ese sol que ilumina entre tanta oscuridad.

 Jugando con los rayos que iluminan tu mirada. 

Viendo las sombra de nuestras manos en la pared.

Giro alrededor del colchón buscando un poco de paz, esa efímera tranquilidad, fingiendo que todo marcha bien.

Me coloco justo en el borde, me alejo de ti lo más posible para observarte mejor.

Quererte ya no es lo mismo que ayer. Quererte no es lo mismo que amarme. Quererte no es lo mismo que aceptarme, que adorarme. 

Estando a tu lado, en la misma cama, descubrí que simplemente no, aunque lo intentemos una vez más ya nada volverá a ser igual.

 No quiero sentirme utilizada otra vez, no quiero sentir que sólo soy la que está a tu lado cuando tu mundo se derrumba y no tienes nadie más que esté con vos, no quiero volver a ser ese plato de la izquierda, ni ese vaso que uno tiene de reserva por si se le rompe el favorito, ni una suplente, ni la reemplazante. 

Me voy al final de la fila, con tanto dolor en el corazón sabiendo que jamás me correspondiste del todo.

 Me voy con las ganas de que me detengas con un abrazo diciéndome al oído de que sí, si me amas de verdad.

Me voy queriendo mirar atrás y ver que al igual que vos, decidiste ya no darle importancia a lo nuestro.

Me voy viendo que escogiste a alguien mejor que yo.

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