Fue espontáneo

 Dicen que lo bueno siempre tarda en llegar.

También que lo bueno dura poco.

Y vaya, que razón tienen.

Lo que pasé con vos fue espontáneo y transitorio.

Magnífico e inolvidable.

Vamos, decime que verbos o adjetivos debo usar para definir aquella madrugada a tu lado.

Porque nos hemos pasado nuestras vidas corrigiéndonos, reemplazando e intercambiando palabras específicas como genios en literatura.

¿Cuántos sinónimos de escrupulosidad y osadía requiero yo minuciosamente buscar e inventar para intentar así acercarme a la descripción de tu existencia?

Me habías dicho que nadie en la vida te había complicado tanto las cosas como yo lo hice, que a pesar de todo, morías por verme.

Estaba inquieta, hablaba hasta por los codos, te quitaba las frazadas.

Estaba como una niña que recién llegaba al parque de juegos.

Hasta que por alguna razón me puse a pensar en que no estoy actuando como una adulta, que debería moderar mi comportamiento, me auto reclamaba del porqué empecé a actuar así.

Pero me ponías los pelos de punta, y junto a ti, me hice un lío.

Nos quedamos toda la madrugada viendo una película, descansabas sobre mi pecho.

Te levantaste y me miraste fijamente, muy asombrado.

Preguntando; ¿Por qué ya no estás tan inquieta y charlatana?

Sin darte ninguna respuesta te volviste a acostar.

A veces tener algo íntimo con alguien no es llegar o terminar en algo sexual, está también en acostarse y compartir silencios, intercambiar miradas o simplemente estar ahí, sin necesidad de hacer, ni decir nada más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una salida y un menú

Me habita tu ausencia

Un trébol y un adiós